Stanford apoya a las trabajadoras de salud que promueven información acerca de las vacunas del COVID-19 en nuestra comunidad latinx local

Docentes de la Universidad de Stanford colaboran con promotoras comunitarias de salud para crear conciencia acerca de la vacunación contra el coronavirus y promover pautas de salud pública en la comunidad latina de nuestra área. El esfuerzo de divulgación es uno de los ocho proyectos guiados por docentes que abordan los impactos relacionados con la pandemia y que fueron seleccionados este año para ser financiados por la Oficina de Participación Comunitaria de la Universidad.

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Un sábado a primeras horas, con mascarillas azules y iPads en mano, dos mujeres tiraban de un carrito cargado de folletos informativos hacia un complejo de apartamentos de color verde tierno en East San José, mientras procedían a golpear puertas de mallas metálicas. Si alguien contestaba, ellas entablaban una conversación acerca de las vacunas del COVID-19.

Lupe Pérez, una trabajadora comunitaria de la salud, comenta con María Madrid, residente de San José, acerca de las vacunas del COVID-19 el día 18 de septiembre del año 2021. (Image credit: Chelcey Adami)

Cada semana, las promotoras de salud entablan conversaciones al pie de hogares, afuera de tiendas y en eventos. Ellas son parte de un proyecto guiado por Patricia Rodríguez Espinosa y Lisa Goldman Rosas, miembros del cuerpo docente de Stanford, en colaboración con el Colectivo ¡Sí se puede!,  para crear conciencia acerca de la vacunación contra el coronavirus y promover pautas de salud pública en nuestra comunidad latinx local.

“Tener la oportunidad de hablar y asistir a alguien que no conoces o a quien probablemente nunca verás otra vez, es algo hermoso que cada persona debería experimentar”, mencionó Angélica Flores, promotora y cofundadora de De Colores C. Consulting LLC, que proporciona servicios tales como tutoría, talleres tecnológicos y desarrollo de programas en la comunidad latinx de East San José.

El esfuerzo de divulgación es uno de los ocho proyectos guiados por docentes que abordan los impactos relacionados con la pandemia y que fueron seleccionados este año para ser financiados por la Oficina de Participación Comunitaria (OCE) de la Universidad. El financiamiento de la OCE ofrece una rápida infusión monetaria para acelerar el trabajo enfocado en la comunidad realizado por la Facultad.

Rodríguez Espinosa es la directora asociada de investigaciones en la Oficina de Participación Comunitaria dentro de la Facultad de Medicina y una instructora en el Departamento de Epidemiología y Salud de la Población. Goldman Rosas es una profesora asistente en el Departamento de Epidemiología y Salud de la Población y en el Departamento de Medicina. También es directora de la Oficina de Participación Comunitaria dentro de la Facultad de Medicina.

Su proyecto con el Colectivo ¡Si se puede! proporciona recursos, entrenamiento y capacitación para las promotoras en los condados de Santa Clara y San Mateo. También apoya la creación y acceso a materiales culturales y lingüísticos de divulgación apropiados, con datos basados en evidencia, que acotan información falsa acerca del coronavirus en la comunidad latinx.

Rodríguez Espinoza comentó que, al inicio del proyecto, las promotoras, quienes usualmente experimentan su propio estrés relacionado con la pandemia, expresaron la necesidad de tener un entrenamiento adicional para responder adecuadamente a las presiones similares que experimentan los miembros de la comunidad.

Lupe Pérez distribuye volantes con datos sobre recursos mientras difunde información acerca del COVID-19 en East San José el día 18 de septiembre del año 2021. (Image credit: Chelcey Adami)

“Querían aprender sobre como practicar cuidado propio, prevenir el agotamiento en sus profesiones y mejorar la habilidad de estar presente en sus interacciones con miembros de la comunidad”, mencionó Rodríguez Espinoza. “Ellas trabajan con miembros de la comunidad que atraviesan desalojos e inseguridad alimenticia y económica. Balancear todas esas demandas mientras abordan conversaciones relacionadas con las vacunas es muy desafiante.”

El entrenamiento de entrevistas motivadoras, adaptado al propósito de entablar conversaciones acerca de las vacunas, ha sido particularmente impactante, mencionó Flores. Es una técnica de conversación, basada en evidencia, que crea un espacio seguro para aquellos que contemplan o son ambivalentes a un cambio de comportamiento –tal como dejar de fumar– para explorar las razones de dicho cambio y destacar el conflicto entre valores y comportamientos.

“Me he sentido impulsada al siguiente nivel al enfrentar estas conversaciones”, comentó Flores. “Lo más importante no es hacer la cita (para la vacuna) sino escucharlos y proporcionarles recursos e información para mantenerlos motivados”.

“Los miembros de la comunidad se sienten un poco más tranquilos cuando se dan cuenta de que no los estamos obligando a vacunarse, sino que estamos dispuestas a escuchar sus preocupaciones” agrega Rodríguez Espinosa.

El grupo rastrea preocupaciones clave que tienen los miembros de la comunidad, particularmente hispanohablantes y adultos latinx. Algunos muestran confusión acerca de cambios en indicaciones médicas, no entienden claramente cuál es la diferencia entre las vacunas disponibles o no saben donde conseguirlas. Otros expresan preocupación acerca de lo que contiene la vacuna, si ha sido probada adecuadamente, o si se puede confiar en las agencias gubernamentales. Otros mencionan que su religión es la razón por la cual no se vacunan y hay quienes no tienen razón alguna, explicó Flores.

Las promotoras contestan preguntas, proveen información y comparten sus números telefónicos en caso de que los miembros de la comunidad gusten continuar la conversación.

A veces reciben noticias de miembros de la comunidad que pensaron más acerca de la conversación y ahora un familiar de ellos desea hablar con las promotoras, comentó Flores. De vez en cuando, una persona acepta ponerse la vacuna y consecuentemente todo su hogar se vacuna.

Algunas promotoras hablan con 20 a 25 personas cada semana mientras que otras hablan con 100, dependiendo de la situación en la que la conversación ocurra. La divulgación de puerta en puerta, hecha a menudo en áreas muy afectadas por el COVID-19, usualmente requiere mucho tiempo, en ocasiones incluye una conversación de una hora con una sola persona.

Trabajadoras comunitarias de la salud, Celia Prado (frente) y Lupe Pérez van de puerta en puerta difundiendo información sobre las vacunas del COVID-19 en East San José el día 18 de septiembre del año 2021. (Image credit: Chelcey Adami)

Alrededor del 90 por ciento de las personas con las que las promotoras conversan son inmigrantes, declaró Flores.

“Hay muchas personas que no hablan inglés y que no tienen un teléfono inteligente. No saben que existen muchos recursos para asistirlos”, explicó Flores. “No saben cómo llenar una aplicación o cómo marcar un número telefónico en el celular. La gratitud se refleja tanto en sus rostros, en respuesta a un acto tan simple, que ellos nos dicen ‘salvaste mi vida’”.

Después de aplicar sus nuevas habilidades, las promotoras informan lo que escuchan en término de inquietudes, información errónea o nuevas preguntas acerca de temas como la vacunación para niños. Según Rodríguez Espinoza, esto le permite a ella y a sus colegas desarrollar materiales nuevos, mantenerse al día con las prioridades de la comunidad, “y no solo atender la crisis más reciente de COVID”.

También ayuda mucho asegurarse de que las promotoras tengan materiales sobre el tema disponibles en español.

Esto a veces implica aprovechar su acceso a quienes realizan un trabajo similar alrededor del país, como parte de su labor dentro de la Alianza de Participación Comunitaria de los Institutos Nacionales de Salud y la Asociación Compartir, Confiar, Organizar, Asociarse: La Alianza COVID-19 de California, para encontrar materiales que puede que ya hayan sido desarrollados sobre un tema determinado.

“Tener apoyo ayuda mucho, especialmente con cambios repentinos en las indicaciones científicas acerca del COVID-19”, menciona Rodríguez Espinosa. “Estamos aprendiendo constantemente algo nuevo acerca del coronavirus y respondiendo a las necesidades oscilantes en la comunidad, por ende, debemos ser flexibles”.

Rodríguez Espinosa cree que este proyecto, que continúa hasta diciembre, podría servir como modelo para futuras labores de divulgación sanitaria con el propósito de abordar otros problemas en la comunidad latinx incluyendo condiciones crónicas, disparidades del cáncer y otros.

Según Flores, “esta pandemia nos ha dejado muy vulnerables y con la oportunidad para conectarnos, para hablar y para compartir”. “Estamos hechos para conectarnos y para amar a cada ser humano, y creo que esta pandemia nos ha devuelto nuestros valores”.